sábado, 16 de enero de 2010

Díptico de la adolescencia




"Me doy cuenta que aún persisto en la búsqueda
de unión de dos tiempos:
el adolescente y el ahora"

Carmen Ollé. Noches de adrenalina



S Dalí. Adolescencia. (1941)


"En ninguna edad de la vida tiene el hombre una necesidad tan fuerte de ser comprendido como en la adolescencia. Es como si sólo mediante una honda comprensión se pudiese ayudar a salir adelante al ser en evolución. Y, sin embargo, hay una multitud de circunstancias que contribuyen a dificultar e incluso impedir esta comprensión. Ya el adolescente mismo oculta, receloso ante los que le rodean, los pliegues más finos de su interior. No es la franqueza, sino la reserva,el rasgo más visible que anuncia el despertar psíquico. En lugar de la franqueza y la confianza infantiles aparece, incluso ante las personas más próximas, una reserva taciturna, una tímida esquivez, un temor al contacto psíquico. Mientras el niño sólo sabe vivir buscando apoyo en los adultos, distingue al adolescente una altanera independencia, que tiene su asiento en un mundo interior propio, y cuyo anhelo de relación con determinadas personas procede ya de propia elección. En contraste con los fenómenos de la edad madura, es el alma de sexo masculino en estos años mucho más impenetrable todavía que la del femenino. El adolescente se protege, por decirlo así, con doble coraza. Cierto que también la muchachita hace todo lo que puede por ocultar su vida interior; mas a pesar de todas sus artes resulta, en comparación con el adolescente, la criatura más transparente, y 'la necesidad de complemento', que Carlota Buhler señala como un rasgo psíquico esencial de la pubertad, representa aquí un papel mucho mayor, sin menoscabo del íntimo recato. "

"Todo esto no excluye una gran necesidad de auxilio psíquico. Pero el camino de la ayuda sólo conduce a su fin pasando por la comprensión. Ahora bien, el adulto que quiere recorrer este camino se encuentra detenido por otro hecho sorprendente. Ninguna época de nuestra vida olvidamos tanto como los años de la pubertad. A pesar de la infinita importancia que nos parecen tener las tormentas y las luchas de esta edad, mientras estamos dentro de ellas, queda en el recuerdo menos del verdadero ritmo de la vida interior, en la adolescencia, que de las emociones de otras edades. Quizá se puede concluir de esto que las más de las conmociones de este tiempo agotan su significación, para el que las vive, en el sello personal que de ellas queda en lugar de unas huellas en la memoria. Quizá entra también en juego un secreto no querer saber. En suma, conservamos por lo regular una imagen tan poco fiel de nuestra propia pubertad, que incluso buenos conocedores de la vida sienten que los años de evolución juvenil son para ellos un gran enigma."

"(...) Sólo se podría comprender totalmente a una persona cuya naturaleza hubiese adquirido ya algunos contornos fijos. Pero, justamente, es propio del alma de la adolescencia no haber llegado todavía a la plenitud, y su peculiar infortunio, la raíz más profunda de su anhelo de ser comprendida, están en lo perpleja que se halla ante sí misma." (1)



V van Gogh. Young man with a cornflower. (1890)

"Con frecuencia se ha criticado el hecho de que, en las canciones de los estudiantes, la vida humana se limita a los cuatro años universitarios, mientras que todo el resto de la existencia, la 'tierra filistea' o burguesa, aparece como un apéndice sin valor, un vacío abismal. Y, sin embargo, el lied estudiantil tiene razón hasta cierto punto. Es el caso que en el hombre medio observamos, en sus años de juventud, no solamente una mayor lozanía y un considerable estímulo en su actividad espiritual conjunta, sino que encontramos también, en naturalezas que más tarde serán completamente mediocres y vulgares, ciertas manifestaciones de pensamiento propio, los gérmenes de un pequeño talento musical, poético u oratorio, algo de chispa y de ingenio; cosas todas que, en tales naturalezas medianamente dotadas, desaparecerán sin dejar huella después de los 25 años, ya paulatina, ya repentinamente. Luego, entre el ejercicio mecánico de la ocupación profesional, el dormir y el comer, quedará muy poco de lo que cabría llamar la individualidad. El tan vilipendiado polvo de los expedientes no es el único culpable, desde luego, pues el polvo se deposita donde el suelo es ya seco de por sí. (...)"

"Así, pues, la mutatio rerum (*) que acompaña la canción estudiantil con las consabidas interjecciones melancólicas, no es una frase sentimental; es mas bien la expresión de una profunda revolución biológica, que, obedeciendo a leyes íntimas, se realiza en el organismo anímico del hombre medio después de la pubertad. Cierto que este hombre medio no alcanza el apogeo de su utilidad social, de su madurez y experiencia, hasta sus años viriles; pero el punto cumbre de su autóctona capacidad asimilativa y productividad espirituales lo alcanza, la inmensa mayoría de las veces, en la segunda mitad de la edad púber. En el lenguaje brutal y singular de Möbius, esta verdad podría enunciarse como sigue: hacia la edad de 25 años se manifiesta en la persona media un leve síntoma de sandez persistente; por entonces empieza la debilidad mental fisiológica adquirida, no sólo en la mujer sino en el varón. (...)" (2)

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(*) Mutatio rerum: expresión latina que significa revolución, transformación del estado previo de las cosas.

Referencias:

1. Spranger E. Psicología de la edad juvenil. (Trad. J. Gaos). Selecta de Revista de Occidente. 7a ed. Madrid, 1965.

2. Kretschmer E. Hombres geniales. (Trad. J Solé). 4a ed. Ed. Labor. Madrid, 1954.



2 comentarios:

saynomoreglass dijo...

Hermoso texto. Gracias, Lizardo

Tony Chávez Uceda dijo...

Interesantísimo el texto de Kretschemr, que resalta algunos de los aspectos biológicos relacionados con las expresiones en la adolescencia. Sandez persistente, algo que debemos meditar, porque muchas veces incorporamos algunas sandeces en nuestro arsenal mental, y siempre es bueno repasar para eliminarlas.